Como éramos ocho personas contactamos con un tipo de aquí que tiene tres furgonetas (muchos ya sabréis que hablo de Withaka) y que pasea turistas por todas partes.
¡Por todas no!
No tenía ni idea de dónde quedaba donde queríamos ir. Para él, no somos normales, como los turistas con los que suele tratar, así que cuando le dijimos que queríamos ir con su conductor más veterano (muchos ya sabréis que hablo de Boniface), se sintió aliviado. Una vez le llevamos a Aberdares y acampó con nosotros y a la mañana siguiente estaba desfallecido y nos reconoció que éramos muy duros para él.
Boniface, que le dobla la edad, debe tener callo de dormir en el suelo desde los días que trabajaba para la familia Leaky, desenterrando los fósiles de homínidos más importantes del mundo.
El caso es fuimos a esas colinas, que separan los mucho más famosos parques nacionales de Amboseli y Tsavo, y fue un acierto enorme.
Un lugar para nosotros, en exclusiva, sin turistas ni excursionistas. No nos cruzamos con nadie en todo el fin de semana.
Un lugar por el que quizá no cruces dos continentes para verlo, pero que estando aquí, se convierte en una muy agradable sorpresa y que te transporta a otras latitudes.
Las fotos: